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En busca de Salvador Toscano por José María Muriá (Parte I)
Texto publicado por el Comité para la Conmemoración de los Cien Años del Cine Mexicano, Guadalajara, Jal. 1997. (hipertexto)

Su arraigo mayor está en el sur, el sur de Jalisco, naturalmente. Toscano los hay en abundancia por toda esa región, desde Tapalpa hasta Mazamitla, y aun dentro del vecino municipio michoacano de Marcos Castellanos, afamado especialmente porque a su cabecera, San José de Gracia, un tal Luis González la puso genialmente en vilo. Asimismo proliferan por el estado de Colima, al fin y al cabo esta entidad federativa también está al sur de Jalisco.

Lo mismo debe decirse del otro apellido: Barragán. Por este lado las raíces llegan particulamente a Tuxpan, y a su Señor del pendón, al materno Tonila, al Tecatitlán de la bisabuela y del Mariachi Vargas; ¡bueno! Hasta ese Jilotlán de los Dolores al que ni sus hijos van, aparece en su árbol genealógico.

Pero fue Zapotlán, el corazón de la comarca, del que recibió la mayor impronta suriana. No se trata de un zapotlán cualquiera, sino del mismísismo Zapotlán el Grande, que desde 1856 fue rebautizado con el nombre de Ciudad Guzmán para honrar a un gordiano de tal apelativo. Ahí nacieron en los tiempos de nuestro Toscano -ambos 1883- un pintor de paredes apellidado Orozco y un músico que llamaron José Rolón. Otros más de renombre hubo antes y vendrían después: actores, actrices, cantantes músicos, curas, atletas, políticos, las Arriola de las palanquetas y su hermano el que habla y también escribe, y ambas cosas las hace muy bien.

Pero Salvador, el hijo del profesor Esteban Toscano Arreola, nació el domingo de Ramos -24 de marzo- de 1872 en Guadalajara y vivió en ella durante sus primeros siete años, marcados por la muerte de Benito Juárez, el consecuente susto que dejaron las huestes del Tigre de Alica cuando estuvieron a punto de tomar por asalto la ciudad, en 1873, los pleitos del gobernador Ignacio L. Vallarta sucesor con el presidente Lerdo de Tejada, por metiche éste, y finalmente, la recepción estruendosa de Porfirio Díaz en 1879, cuando logró reestablecer el orden. "Que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el ejercicio del poder y ésta será la última revolución" Esto lo había dicho en Tuxtepec el "Héroe del 2 de abril", al comenzar la revuelta.

En el mismo año de 79 muere el "profe" Esteban y las cosas se le complicaron a Salvador, a su hermano menor, Ricardo, y sobre todo a la madre de ambos. Por fortuna, hay espacio para ellos en el Seminario de Zapotlán, que acaba de cumplir su primera década de existencia, y los "toscanitos" pueden estudiar ahí. Mas no hay peligro alguno de que se vuelvan curas, puesto que desde el principio su inquietud se manifiesta de lo más mundana: a los ocho años, sin tomar para nada en cuenta a la divinidad y sí su anhelo de aprehender mayores horizontes, Salvador empieza a escribir reportajes y descripciones que a veces le implica la imprenta materna de Zacoalco.

En 1887, dos años después de regresar a Guadalajara con su abuelo materno -Antonio Barragán-, siendo estudiante del ya añejo seminario conciliar de San José, publica periódicamente La Centella, bajo el significativo lema "Por la buena o por la mala". Su éxito da lugar a La América, que llegó a 25 números, muchos más que la mayoría de las publicaciones culturales tapatías de hoy.
Por cierto que en uno de los números de La América, donde se aplaude "el progreso que se vive" y se habla de muchas cosas que pasan por su mundo, su quinceañero editor y escritor nos dejó dicho lo siguiente:

"Por fin llegó el momento en que las cámaras del centro aprobaron la reelección, ya no son conjeturas, es un hecho, D. Porfirio Dìaz será reelecto. El autor del famoso Plan de Tuxtepec se ha puesto en ridículo contradiciéndose a sí mismo".

En 1890, la señora Barragán viuda de Toscano, consigue un empleo docente en la ciudad de México, con lo que se abren las puertas de la Escuela Nacional Preparatoria para sus hijos. Doña Refugio, en efecto se trata de Doña Refugio Barragán de Toscano, aclamada alguna vez como "Gloria de Ciudad Guzmán", cuyo nombre se impuso en 1930 a la calle que antes se llamaba del Teatro, se había hecho profesora en 1865, en la Escuela Normal para Señoritas de Colima. Cuatro años después se convirtió en la esposa de Esteban y luego en madre de cuatro hijos -dos de los cuales "no se lograron"-. Al enviudar, saltó a la palestra de la prosa, en verso y el teatro. Todos leyeron en su momento La hija del Bandido (1887) y varias novelas más, publicadas "por entregas", en La Aurora y otros periódicos de estos pagos. Muchos vieron asimismo, en el Teatro Apolo, Diadema de Perlas o los bastardos de Alfonso XI y leyeron sus poemas en varias revistas contemporáneas de postín. De una de ellas, La palmera del valle, incluso la joven viuda fue directora más de un año y medio.

Sin embargo, además de los éxitos que iban y venían, ni en Guadalajara ni en plaza alguna de Jalisco encontró la escritora modo de sobrevivir con decoro, de manera que cuando el presidente Porfirio Díaz atendió sus peticiones y le consiguió un empleo en la ciudad de México, las maletas se hicieron con prontitud y esperanza.

Lo curioso es que su traslado a la entonces no tan gran capital, tan solo con 47 años de edad, conlleva su ocaso literario. Apenas produce y publica allá unas cuantas colaboraciones en Juventud Ilustrada y unas lecturas amenas para niños. Terminada la intensa producción, se dedica de lleno a la docencia y a ser una mamá de primera. De ahí las muchas epístolas que recibe de sus hijos al paso del tiempo. No cabe duda de que esta escritora jaliciense jugó un importantísimo papel en la formación y desempeño de su vástago, Salvador Toscano Barragán, reconocido por propios y extraños como el gran precursor del cine mexicano. Doña Refugio fue luego su socia y administró el Cine Pathé, en Puebla. Todo se conjugó para que prácticamente dejara de escribir.

Al concluir la "prepa" Salvador, cuando ser bachiller era cosa seria, alentado por sus habilidades para el dibujo linealo, emprende los estudios en la Escuela Nacional de Ingenieros, de la que egresa en abril de 1897 como flamante Ingeniero topógrafo e hidrógrafo.

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Fundación Toscano IAP | México, D.F. Junio de 2005